Quienes somos

Desde 2008 entremos en una crisis del capitalismo de un tamaño equiparable a aquella de 1929.

A medida que crecen fenómenos coetáneos como la pobreza, el paro, el endeudamiento masivo, etc… se encuentra la perspectiva de cambios rápidos  e  importantes hasta tal punto que ya parece difícil considerar semejante situación.

Pero algo, sí está seguro, y se lo coreaba la prensa británica mientras ocurrían los riots del verano de 2011: el negocio ha de seguir adelante.
La crisis del 1929 nos atrajo la guerra más total de la historia, ya nos organizan otra guerra los capitalistas, para llevar a cabo la reactivación: la guerra contra el proletariado.

El proletario está definido por su papel en el sistema productivo, formando una categoría social obligada a vender su fuerza de trabajo para (sobre) vivir.

El capitalismo divide el proletariado, ocasiona su atomización así que solo la revolución puede permitirle actuar como clase. Como lo dijo Marx el proletariado, o es revolucionario, o no es nada.
El capitalismo saldrá de la crisis con una ofensa general contra los proletarios, con un regreso social sin precedente en su historia. Por eso tiene que reducir drástica y radicalmente el coste del trabajo, ya lo vimos en Grecia, ahora lo encontramos generalizándose en otros países. La gama de posibilidades se abrevió: es el capitalismo o nosotr@s.

En Europa tanto como en los EEUU, es siempre lo mismo: recortes, sacrificios, política de rigor. Por afuera, la sobrexplotación ya conoce sus limites (remates/bordes) : crisis alimentaria, crisis del alojamiento…frente a esta perspectiva, el proletariado tampoco queda inerte.

La revoluciones desde la primavera del 2011 y la revuelta de los griegos sólo es el principio de la réplica.

Otra respuesta de una parte del proletariado puede desarrollarse, y consistiría en indignarse, reivindicar un capitalismo alternativo donde los bancos no dejarían de ser mercantes de pasta, sino que serían públicos; un capitalismo donde siempre tendríamos patrones, pero también dignidad… Todo eso lo defendería un Estado social (los más enfadados se lo llamaran « estado socialista ») y condescendiente.

Con ellos, quienes llamaremos « democratistas » (tanto reformistas radicales como grupos autollamados revolucionarios) la idea que el proletariado tenga que luchar y resistir contra la política de los recortes. Pero en ningún caso queremos dar planes de emergencia para gestionar la crisis o el capital. El barco se ahoga: no vamos a tapar sus brechas, ni tampoco a intentar obtener un sitio en los botes salvavidas de la patronal y del estado: queremos tomar tierra.

Por supuesto no pensamos que el capitalismo nos deje vencer sin hacer nada. En este sentido, nos autodefinimos como revolucionarios: no hará reformas o cualquier método legal para poder suprimir lo que ya esta en el DNA del capitalismo: la explotación.

En este periodo de crisis, la única solución del proletariado es destruir el sistema actual: el capitalismo. Rechazamos luchar para cualquier periodo de transición, lo que equivaldría a gestionar el capital de otra manera (Estado proletario, autogestión generalizada…). En el enfrentamiento entre proletariado y capital, preconizamos asfixiar al adversario y dejar los capitalistas jugar con su moneda y su oro. Estos no tendrán más utilidad si la sociedad deja de otorgarles cualquier valor o sentido. No obstante, no preconizamos el inmovilismo; intentamos establecer una estrategia para alcanzar el comunismo, es decir la abolición de la propiedad privada, del salario, del Estado y del valor. Abolir el salario es romper la correa que nos une a los capitalistas. Sobre las cenizas del capitalismo construiremos una sociedad donde decidiremos qué producir, según nuestras necesidades, definidas colectivamente.

Por fin, nos consta que en el corriente comunista en el cual nos identificamos, que se puede llamar libertario, “comunizador”, anarco-comunista, a menudo los análisis políticos, económicos son complicados, largos y a veces inaccesibles.

Organizados en un colectivo, intentamos ofrecer unos análisis simples, y así esperamos lograr agrupar a varias personas en discusiones, debates y reflexiones. El fondo del mensaje es bastante simple: se puede decir todo lo que se quiera, mientras haya dinero, no habrá para todos

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